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miércoles, 28 de julio de 2010

Cenace, el punto neurálgico de México. Controla y administra más de 100 000 kilómetros de líneas de electricidad de alto voltaje.


En un lugar no revelado… 



28/07/2010.-Un equipo de técnicos monitoriza la pantalla principal en el cuarto de control del Cenace. Desde aquí se administra toda la red eléctrica de alto voltaje en México. “Cuando entré aquí, hasta me dio miedo –dijo uno de ellos–. ¿Cómo es posible que yo sea responsable de todo el sistema y que mis decisiones influyan en la economía nacional?”. Foto de Mauricio Ramos

En un lugar no revelado al sur de la Ciudad de México, existe un edificio en el que probablemente no te fijarías si pasaras en tu automóvil frente a él. De eso se trata. El edificio está oculto en su mayoría por árboles y no hay un letrero que lo identifique. Si acaso logras entrar en su estacionamiento, te encontrarás frente a frente con un retén del ejército. Adentro del edificio, la gente se encarga de que se enciendan las luces de México.

El edificio es el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE), el punto neurálgico de México. Tiene la tarea crítica de controlar y administrar más de 100 000 kilómetros de líneas de electricidad de alto voltaje en la extensa red eléctrica del país. Como un oficial del departamento de comunicación social del grupo estatal de energía eléctrica (CFE) me dijo: “Gran responsabilidad y perfil bajito”.

En el cuarto de control del centro, la actividad colectiva se concentra todos los días en una curva que sigue la demanda de energía. Esta comienza su ascenso antes del amanecer, cuando la gente se despierta y se prepara para ir a trabajar. La iluminación pública se apaga cuando sale el sol, lo que baja brevemente la demanda, reiniciando luego su ascenso. Alrededor de las 6 p.m., los trabajadores se dirigen a sus hogares y las industrias disminuyen su consumo, lo que hace descender la demanda. La iluminación pública se vuelve a encender. La gente lava su ropa, pone a funcionar su lavaplatos y ve la televisión antes de irse a dormir. La demanda alcanza su pico nocturno y luego desciende otra vez hasta el reposo, sólo para repetir el mismo ciclo a la mañana siguiente.

Satisfacer esa demanda es mucho más complejo de lo que uno podría imaginar. En el departamento de planeación del Cenace, cerca de 40 personas determinan la mejor manera de suministrar energía a la nación al día siguiente, basándose en la demanda anticipada, las condiciones climáticas y la disponibilidad de plantas de generación de energía y líneas de transmisión.

Las operaciones regulares del Servicio Eléctrico Nacional (SEN) están automatizadas en su mayoría, pero un equipo de cuatro técnicos debe tomar decisiones constantemente, porque la electricidad es instantánea: la energía para una bombilla se genera casi en el momento mismo. A cualquier hora, por ejemplo, una planta de energía eléctrica podría quedar fuera de servicio y el equipo tendría que entrar en acción para adaptar el suministro. Las altas temperaturas pueden provocar que la gente de toda una región encienda sus aires acondicionados. Cuando México jugó contra Costa Rica para la calificación a la Copa Mundial, todos encendieron sus televisores, pero la demanda bajó porque las industrias se detuvieron para permitir que sus trabajadores vieran el juego.

La presión para tomar las mejores decisiones es estresante, sobre todo en una sociedad que considera garantizado el acceso a la electricidad. “La gente se da cuenta de que estamos aquí cuando nos equivocamos”, me comentó Álvaro Herrera, un jefe de turno.

Los retos más difíciles son los imprevistos. En abril pasado, un terremoto de 7.2 grados sacudió Mexicali, la capital del estado de Baja California, y cortó su energía eléctrica. Esa noche, sólo un avión voló a la ciudad: una pequeña aeronave que transportaba al gerente de operación del sen, Gustavo Villa. Cuando descendía hacia la ciudad oscurecida, una pista iluminada le inspiró confianza. En su camino hacia el centro de control local, Villa vio gente asustada en las calles y sólo un semáforo rojo centellando; era un destello de vida que significaba que había electricidad en la red de distribución.

El centro trabajó durante toda la noche y la mañana para restaurar el servicio de energía eléctrica y, en la tarde, Villa se fue para darse una ducha y descansar. Con la electricidad zumbando de nuevo a través de las líneas de transmisión, la gente de Mexicali volvió al trabajo y a atender sus asuntos cotidianos.

Villa me comentó: “Se veía la gente bien activa. Y me dije, qué maravillosa es la actividad”. –David Biller

Fuente: ngenespanol.com

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